Almas libres, choferes espaciales, niños condenados; todos finalmente perdonados. Las horas y los días se confunden en lo que el vino entibia y mi anillo da vueltas dando giros en el tiempo; quizá cien, no, doscientos años.
Las golondrinas se posan en las altas ramas, observándolo todo. Un ruido de magia, una alarma entre los ángeles, y todo se habrá desvanecido. Allí algún día estaremos todos, viviendo por el resto de la eternidad.
Bienvenidos al Jardín de los Presentes.
Muy hermoso!. Me encanta lo que escribís Juli.
ResponderEliminarGracias Ale!
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